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El futuro del libro y el libro del futuro (página 2)




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2, 3, 4

El libro de Negroponte, uno de los mayores expertos
mundiales en multimedia y que
tiene a su cargo la dirección del Laboratorio de
Multimedia del Massachusetts Institute of Technology, nos brinda
un enfoque esclarecedor. En la introducción de su libro, que lleva el
sugestivo título de "La paradoja de un libro", Negroponte
se plantea la siguiente interrogante: "¿Entonces,
Negroponte, por qué eres tan anticuado y escribes un
libro, que además no lleva ilustraciones?. ¿Por
qué la editorial entrega esta obra en átomos en
lugar de bits, cuando,…, es tan sencillo ofrecer estas
páginas en formato digital, que era de donde
venían? Y el propio Negroponte nos da las tres razones de
esta decisión, y que debidamente analizadas y
reflexionando sobre ellas nos permiten comprender, en sus
múltiples dimensiones, el presente y el futuro del libro.
Las tres razones que esgrime Negroponte, son las
siguientes:

"La primera es que no hay suficiente medio digitales al
alcance de ejecutivos, políticos, padres y todos los que
más necesitan entender esta cultura tan radicalmente
nueva. Incluso en donde los ordenadores son omnipresente, en el
mejor de los casos la interfaz actual es rudimentaria y
está muy lejos de ser algo con lo que uno desearía
irse a la cama" (Es necesario recordar que el libro, en su
primera edición en inglés,
apareció en 1995).

"La segunda razón es mi columna mensual en la
revista Wired.
El éxito
tan sorprendente e inmediato de Wired demuestra que existe un
público numeroso que se quiere informar acerca de gente y
estilos de vida digitales, no sólo de teorías
y equipos…" (Negroponte es el fundador de la revista Wired en
la que escribe una interesante y amena página
mensual)

"La tercera es una razón más personal y
ligeramente ascética. Los multimedia interactivos dejan
muy poco margen a la imaginación. Como una película
de Hollywood, los multimedia narrativos incluyen representaciones
tan específicas que la mente cada vez dispone de menos
ocasiones para pensar. En cambio la
palabra escrita suelta destellos de imágenes y
evoca metáforas que adquieren significado a partir de la
imaginación y de las propias experiencias del lector" (Op.
cit. ; pp.24-25).
[El remarcado es nuestro]

Permítaseme reconocerle a Negroponte una honestidad
intelectual extraordinaria, porque considero que esta tercera
razón es la más relevante para comprender el
significado del libro, tal como tradicionalmente lo entendemos.
Ya diversos estudiosos han puesto énfasis en el hecho de
que sea nada menos que una de las grandes figuras de los
multimedialistas el encargado de reconocer de que el libro,
llamémosle tradicional, permite realmente el pensar, cosa
que cada vez ocurre menos con los multimedias interactivos. Es
bueno señalar que Negroponte comienza su libro citado
diciéndonos: "No me gusta leer porque soy
disléxico". Pero termina su introducción con el
siguiente párrafo: "Cuando se lee una novela, gran
parte del color, del
sonido y del
movimiento
provienen de uno mismo. Pienso que se necesita el mismo tipo de
contribución personal para sentir y entender como
«ser digital» puede influir en

nuestra vida. Espero que se lea a usted mismo en este
libro. Y que conste que esto lo dice alguien a quien no le gusta
leer"

Desde que Giovanni Sartori, en 1997 publicara su "Homo
videns", contamos con un análisis profundo de la sociedad
teledirigida, donde se da una videocracia y donde existe el
peligro, incluso oponiéndose a ello o más bien
teniendo conciencia de sus
graves implicancias negativas, de convertirnos en una
generación digital, que Calvo-Platero y Calamandrei
(citados por Sartori) la describen como una generación
cuyo lenguaje
"consiste en «hipertexto, compresión de datos,
amplitud de banda y bites»" y que se encuentra muy a gusto
"en el mundo virtual, en ese mundo tridimensional creado por un
ordenador en el que te mueves llevando una máscara y
guantes especiales" (Op. cit; p.59).

Trataremos de expresar lo medular del pensamiento de
Sartori. Él parte de la precisión de que el hombre es
un animal symbolicum, es decir que posee una capacidad
simbólica que se despliega en el lenguaje,
específicamente en el lenguaje de nuestra habla y es por
ello que animal symbolicum significa animal loquax, animal
parlante o locuaz. El lenguaje no es sólo instrumento del
comunicar, sino también del pensar, donde el pensar no
necesita del ver.

La gran ruptura entre el hombre symbolicum y el homo
videns se produce a mediados del siglo XX, con la llegada de
la
televisión, a partir de cuyo momento el ver prevalece
sobre el hablar. Para el televidente las cosas representadas en
imágenes cuentan y pesan más que las cosas dichas
con palabras. Pocas décadas después el progreso
tecnológico nos ha sumergido en la era cibernética o de la multimedia, donde se
logra no solo la unificación de la palabra, el sonido y
las imágenes, sino que además nos introduce en la
llamada realidad
virtual, y que en palabras de Sartori "es una irrealidad que
se ha creado con la imagen y que es
realidad sólo en la pantalla. Lo virtual, las simulaciones
amplían desmesuradamente las posibilidades de lo real;
pero no son realidades" (Op. cit.;pp. 32-33)

¿Pero cuál es el mal o el peligro? Sartori
señala que una de las consecuencias nefastas es que se
está produciendo una metamorfosis en la naturaleza misma
del homo sapiens, en la medida que la televisión
"no es sólo instrumento de comunicación; es también, a la vez,
paideia, un instrumento «antropogenético», un
médium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo
de ser humano, el homo videns, caracterizado por responder casi
exclusivamente a los estímulos audiovisuales y como
consecuencia de ello insensible a los estímulos de la
lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. El homo
videns está perdiendo la capacidad de abstracción y
por ende las capacidades de análisis, de crítica,
de comprensión e incluso el de diferenciar entre lo
verdadero y lo falso. En las propias palabras de Sartori: "el
mundo en imágenes que nos ofrece el video-ver
desactiva nuestra capacidad de abstracción y, con ella,
nuestra capacidad de comprender los problemas y
afrontarlos racionalmente".(Op. cit.; p. 127)

¿Podemos concluir que hemos involucionado del
homo sapiens al homo videns?.La respuesta no es tan simple como
una lectura ligera de Sartori podría hacernos concluir. Ya
tendremos oportunidad de hablar más adelante acerca de la
posibilidad que se abre de superar la disyuntiva «homo
sapiens – homo videns» en un futuro «hombre
integrado»

Frente a lo que no podemos cerrar los ojos es al hecho
de que la televisión crea adicción y que, para cada
vez más personas, se va convirtiendo, como dice Enrique
Rojas, en casi su único y exclusivo alimento intelectual.
Fernando G. Luccini, en su libro "Sueño, luego existo"
(Madrid; Grupo Anaya
S.A. 1996), nos proporciona algunos datos estadísticos muy
significativos, como el hecho de que los niños
pasan un tiempo promedio
de entre 1000 y 1500 horas al año observando programas de
televisión, frente a las 750 horas que están en el
colegio. (Op. cit.; p. 43). Según el Informe Carnegie de
los Estados Unidos,
los programas de televisión, a los que tienen acceso los
niños, poseen un promedio de entre 20 y 25 actos de
violencia por
hora (es decir aproximadamente un acto de violencia cada dos
minutos). Al cumplir 18 años un estadounidense promedio ha
visto quince mil horas de televisión, siendo esto muy de
lejos al tiempo que pasó en las aulas
escolares.

Lo más grave del rol de la televisión
estriba en que, a nivel mundial, la televisión ha ido
evolucionando de haber sido un medio escasamente educativo a una
televisión (principalmente en los llamados canales
comerciales o privados o de señal abierta) poco educativa
e incluso ya marcadamente antieducativa, y, como diría el
polígrafo peruano Marco Aurelio Denegri, un medio
embrutecedor, lo cual no es un delito en
ningún lugar del mundo y es por ello que puede
desempeñar con plena libertad su
papel nefasto.
Ello explica cómo se ha llegado al punto francamente
peligroso de la denominada «televisión basura»,
expresión que algunos especialistas consideran que es
exagerada, aunque no dejan de reconocer que contiene mucho de
basura, aunque nos señalan que un porcentaje de ella es
reciclable. Problema relacionado íntimamente con esto,
aunque sólo lo mencionaré de pasada, porque
requeriría un análisis muy detenido, es el
concerniente al porqué de esta evolución. Mario Vargas
Llosa en un artículo que mereciera el premio Ortega y
Gasset donde analiza la prensa
sensacionalista británica, precisa, con mucha lucidez, que
en el fondo de todo ese deterioro se encuentra "la
banalización lúdica de la cultura imperante, en la
que el valor supremo
es ahora divertirse, entretenerse, por encima de toda otra forma
de conocimiento o quehacer". Ese olfatear la mugre ajena, de la
cual nos habla Vargas Llosa, es la expresión de la
frivolidad, reina y señora de la civilización
posmoderna. Enrique Rojas (prestigioso psiquiatra) ha
señalado que esa cultura posmoderna o light, como
él prefiere llamarla, donde lo fundamental es la imagen,
ha producido "un hombre escasamente culto, pasivo, entregado
siempre a lo más fácil: apretar un botón y
dejarse caer, porque todo se reduce a pasto para sus ojos"
(Rojas, E. Op. cit.; Madrid: Ediciones Temas de Hoy;
p.71)

2. LA ESCUELA Y EL HOMO
VIDENS.

Señala Sartori que toda la educación se ha
deteriorado por la torpe pedagogía en auge (la cual echa sus
raíces a fines de la década del 60 del siglo XX) y
que por esa razón se tiene que reaccionar con la escuela y
en la escuela. "En la escuela los pobres niños se tienen
que «divertir». Pero de este modo no se les
enseña ni siquiera a escribir y la lectura se va quedando
cada vez más al margen. Y así, la escuela consolida
al vídeo-niño en lugar de darle una alternativa".
(Op. cit.; pp.150-151)

¿Qué es lo que realmente ha pasado con la
escuela en estos últimos cincuenta años? Hoy hay
casi total unanimidad con relación a que la realidad exige
una nueva educación. Los estudiantes de todos los niveles
y a nivel planetario, (por lo menos dentro del mundo occidental o
de fuerte influencia occidental) viven dentro de un mundo
multimediático, donde la imagen es el valor fundamental y
por lo tanto el ser tiene sentido en la medida que es visible al
ojo humano. Sartori utilizando una expresión latina
sintetiza esta peculiaridad: "Non vidi, ergo non est".

Se está hablando mucho del postmodernismo, del
pospensamiento. ¿Qué es lo que se quiere decir?
Centrémonos en la evolución de la escuela en los
últimos cincuenta años y para ello nos guiaremos de
un libro que considero que da muchas luces al respecto. Me estoy
refiriendo al libro "La escuela zapping" de Ignacio Massun, libro
que puede ser conseguido en bits, porque es un libro que se
encuentra en la red. Se le puede consultar
en http://www.metodos.com.ar/docente/zapping.html).
También se le puede consultar en el formato
«tradicional». En esta obra nos encontramos con un
llamativo y lúcido análisis de la escuela
tradicional (Massun la denomina "La escuela de nuestros
abuelos"), la Escuela Nueva o Escuela Activa y la Escuela
Zapping.

La escuela tradicional ,a pesar de sus innumerables
defectos, (docentecentrista, repetitiva, memorística,
pasividad del estudiante, etc.) tuvo valores que en
estos últimos tiempos se están revalorizando. No
hay que olvidar, como bien nos lo recuerda Massun, que esta
escuela "formó generaciones de lectores apasionados por la
cultura, y es la base sobre la que se organizó el
conocimiento y la ciencia
durante un largo período, así que, desde ya, no
podemos prejuzgarla con ligereza".. Con relación al libro,
que es nuestro tema, dentro de la escuela tradicional
tenía un sitial muy importante. Como la educación
estaba basada fundamentalmente, aunque no exclusivamente, en
contenidos y estos estaban fuertemente estructurados en
"Programas", que eran uniformes para todo el país,
independientemente de sus diversas realidades
socioeconómicas y culturales, era vital el libro de
texto
uniforme, obligatorio, de autores conocidísimos y que
perduraban por décadas. De esto se desprendía que
la lectura era obligatoria, no sólo del texto, sino
también de obras literarias. Esto último
señalado por Massun, independientemente de la distancia
tempo – espacial, (Massun es un profesor argentino y quien
escribe este trabajo es un profesor peruano) ha servido para
traerme el recuerdo, muy grato por supuesto, de un curso que se
impartía en quinto de secundaria (en Lima-Perú),
que era Lecturas Literarias, consistente en una visión
panorámica de la literatura universal a
través del tiempo y de los diversos géneros y lo
que es importante, a través de lecturas pequeñas,
pero muy bien seleccionadas, de textos de las mejores obras de
todos los tiempos. Si mal no recuerdo, el texto que
utilicé como alumno de la secundaria fue el escrito nada
menos que por Jorge Puccinelli, un profesor de la Universidad de
San Marcos que llegó tener una trayectoria intelectual de
altísimo nivel académico. Este aspecto de los
autores conocidísimos, señalado por Massun, es algo
en lo que otros pedagogos no habían reparado o por lo
menos no habían enfatizado. Recuerdo, por ejemplo, que en
el curso de Filosofía y Lógica,
también del quinto de secundaria, el profesor del curso,
que era a la vez profesor asistente de Metafísica
en San Marcos, nos hizo utilizar dos textos escolares
(obligatorios), escritos nada menos que por intelectuales de gran
valía: Francisco Miró Quesada, Augusto Salazar
Bondy (autores del texto en dos tomos de formato pequeño)
y el de Walter Peñaloza.

Considero que en la época previa a 1968 ya se
estaba dando un viraje dentro de la escuela tradicional, porque
los años que tuve como estudiante de primaria y secundaria
(1952-1961) ya no coinciden exactamente con lo que
después, como estudiante de la Facultad de
Educación de San Marcos, leería en los libros como
las características de la escuela tradicional,
desde la óptica de los pedagogos de la llamada Escuela
Nueva o Activa, ya en boga durante mis años de estudiante
universitario. Solamente mencionaré algunos datos que
pueden mostrar como se fue generando el cambio previo a 1968. Por
ejemplo ya no se exigía el memorismo rutinario. Las clases
trataban de ser dinámicas (no digo que lo fueran
totalmente). Un profesor de matemática, autor de un conocidísimo
texto aquí en el Perú (Rubén Romero
Méndez) ya incursionaba en la utilización del
método
lúdico. Las clases de ciencias,
llámese Biología o Física y Química, trataban de
hacerse participativas y prácticas. Se contaba, por lo
menos en Lima, con colegios que poseían bibliotecas
más o menos bien implementadas y laboratorios.
Había, es cierto, una educción secundaria
común o simplemente académica, pero paralelamente,
y en el mismo centro educativo, se impartía una secundaria
comercial y otra industrial. Todo esto requiere de un
análisis que escapa la temática del presente
trabajo, pero que amerita un análisis detenido dentro del
proceso de transición hacia la escuela nueva. (Dos buenos
estudios sobre la historia de la
educación peruana son los de Kenneth Delgado "La
educación peruana en los siglos XIX y XX" y el de Enrique
González Carre y Virgilio Galdo Gutiérrez "Historia
de la educación en el Perú")

La Escuela Nueva, que Massun la estudia bajo el
título de "El «Boom» pedagógico de los
70", constituye una de las etapas más fecundas en el campo
pedagógico. Claro que coincide, en Sudamérica, con
una etapa de gobiernos dictatoriales, pero que en el caso peruano
era la continuación de un largo proceso de dictaduras
militares y civiles. Incluso los grandes cambios que se operan en
el mundo a raíz del 68 francés, coinciden en el
Perú con la dictadura militar
conocida como el Docenio Militar (1968-1980) de los generales
Juan Velasco A. y Francisco Morales Bermúdez C., que,
paradójicamente, constituye una de las etapas más
importantes dentro del campo educativo, porque se opera la
llamada "Reforma Educativa", como consecuencia de la obra de una
comisión presidida por el filósofo peruano Augusto
Salazar Bondy e integrada por personalidades de gran talla
intelectual en el campo educativo, para citar sólo dos
nombres: Walter Peñaloza Ramella y Emilio Barrantes. Fruto
del trabajo de esta comisión fue la nueva estructura del
sistema educativo
peruano (1972). Sin embargo, los cambios políticos que se
operan dentro de la etapa del docenio militar al ser relevado
Velasco Alvarado y reemplazado por Morales Bermúdez, se
van a reflejar también en un viraje en el campo de las
reformas que se habían emprendido en el campo de la
educación, lo que se va a ver claramente expresado a
partir de 1977 con los "Lineamientos de la Política Educativa
Nacional". Lo que comenzó como una esperanzadora
posibilidad de una verdadera modernización en el campo
educativo, fue convirtiéndose, tanto por la lentitud del
proceso de conversión como por la marchas y contramarchas
en materia de los
cambios, en un caos donde llegaron a convivir cuatro
programaciones: programa
tradicional, programa actualizado, programa adaptado y programa
reformado.

Los cambios que se operan en la década del 70 en
materia educativa constituyen una verdadera revolución
copernicana porque el docente deja de ser el centro del quehacer
educativo y su lugar pasa a ser ocupado por el alumno; asimismo
se intenta el tránsito del profesor "explicador" y
"dictador" con un estudiante pasivo, fundamentalmente receptivo,
al docente "facilitador " con un estudiante activo, porque se
toma conciencia que el verdadero aprendizaje es el
autoaprendizaje, que realmente la única verdadera forma de
aprender es "interactuando de manera dinámica y creativa con la realidad"
(Massun, Ignacio. Op.cit.) El citado autor nos dice: "Si tuviera
que sintetizar en una frase la esencia de esta nueva escuela
diría que en ella «aprender es aprender a
aprender» Lo que ahora importa es desarrollar en los
niños y jóvenes sus capacidades de análisis,
deducción, imaginación y creatividad,
todo ello siempre teniendo en cuenta que es imprescindible
motivar al alumno para que el aprendizaje
sea una libre autoexigencia y de esta manera algo placentero. Y
es a partir de ese momento que, según el análisis
del profesor Massun, se da inicio a la utilización de las
llamadas técnicas
audiovisuales: diapositivas, transparencias, discos, y al poco
tiempo películas, televisión, vídeos, etc.
También se entra al campo de la investigación, de la
experimentación, pero realizada con y por los estudiantes
y de preferencia en grupos.(dinámica de grupos).La escuela
nueva propicia el desarrollo del
pensamiento divergente, porque ya se sabe que dicho pensamiento
hace posible la creatividad.

El libro en la Escuela Nueva cede su puesto
señorial que había tenido en la Escuela
Tradicional, a la "Guía de Estudio", que nace concebida
como un material que se pone al alcance no solo del estudiante,
sino también del docente, y donde se indicaban las
actividades para desarrollar los temas de la asignatura.
(Dinámicas de grupo, tareas de investigación,
ejercicios, cuestionarios, etc.). Pero, como reconoce Massun,
justamente en esa sencillez, practicidad, en ese facilitarle al
docente su labor se encontraba su peor limitación, porque
"esclavizaban al docente" (son las palabras de Massun), aunque
considero que refleja mejor la realidad el decir que
terminó encasillando al docente al convertirse la
Guía en un material paradigmático. Sin embargo, hay
que reconocer que su gran mérito consistió en el
haber permitido que los docentes fueran capaces de transitar de
la etapa tradicional a la activa, adecuadamente informados y
guiados en el aspecto técnico pedagógico. Pero como
la Guía era eminentemente práctica, el docente
tenía la presión no
sólo de la Guía misma, sino también de los
padres de familia que
exigían que ella se desarrollara en su integridad. La
Guía se había convertido en una mordaza y
paradójicamente terminó por convertir al docente en
un fiel servidor del
libro-guía. Habíase vuelto a una especie del libro
como un magíster dixit medieval.

Otro aspecto digno de destacar es que durante la etapa
de la Escuela Activa si bien se trata de que la lectura sea
asumida como una actividad placentera, el libro termina por
convertirse en optativo (se refiere a su adquisición por
parte de los estudiantes) y esta decisión se explica no
por cuestiones pedagógicas sino principalmente
económicas, debido a la masificación de la
educación. Algo más, el texto único cede su
lugar a la diversidad de textos (por lo menos en teoría), lo cual se refleja en la gran
cantidad de autores que comienzan a publicar textos escolares y
ello se va a reflejar también en la diversidad de calidad de los
mismos, justamente por ya no ser solo los prestigiosos autores
los que colocan en el mercado sus
libros escolares. Se ganó en diversidad pero a expensas de
resentirse la calidad, en términos generales.

¿Pero, qué ocurre con el libro en la
tercera fase de la escuela, en la escuela zapping?. Tratemos de
precisar lo que es la cultura y la escuela zapping, como prefiere
denominarla Massun, aunque se han propuesto otros nombres, tales
como light, posmodernismo, posindustrial, era psicológica,
etc. Enrique Rojas, médico psiquiatra y profesor
universitario en Madrid, especializado en temas como la ansiedad
y la depresión,
fue publicando, entre 1987 y 1992 diversos artículos que
luego fueron reunidos y publicados en octubre de 1992 bajo el
título "El hombre light. Una vida sin valores". En ella
podemos encontrar, a manera de radiografía, lo que es la
sociedad y la cultura light, propia de "sociedad opulenta del
bienestar en occidente" del la cual emerge el hombre light, "un
sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista:
hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos
enhebrados por el materialismo"
(Rojas, E. Op. cit.; Madrid: Ediciones Temas de Hoy; p.13). De
todo ello emerge el hombre cool, representado por el
telespectador que con el control remoto
pasa de un canal a otro buscando no se sabe bien qué o por
el sujeto que dedica el fin de semana a la lectura de
periódicos y revistas, sin tiempo casi –o sin
capacidad- para otras ocupaciones más interesantes. Como
dice Jean François Revel, según lo refiere Rojas,
"nunca ha sido tan abundante y prolija la información y
nunca, sin embargo, ha habido tanta ignorancia" (Op. cit.; p.
20). Hans Magnus dice que estamos ante la «mediocridad de
un nuevo analfabetismo». El hombre light no posee el
mínimo interés
por lo cultural, su regla de oro es la superficialidad y posee
una capacidad para escapar de cualquier intento de entrar a
conversar sobre temas culturales, recurriendo de inmediato a su
trivialización. Massun señala las siguientes
características del mundo zapping:

"1) …el hombre es un ser pasivo. Si no se lo estimula
cae en el aburrimiento o la parálisis. ¿Alguna
generación tuvo más facilidad para aburrirse que
los jóvenes de hoy?

"2) Los estímulos llegan a los sentidos de
manera confusa, aparentemente no hay mensaje. El videoclip es
prácticamente incomprensible. Está en un idioma
extranjero o contiene imágenes simbólicas de
imposible comprensión. No hay mensaje, solo
estímulo…

"3) Sin embargo, bajo esa apariencia de carencia de
mensaje, suele esconderse un mensaje subliminal. La
comunicación subliminal fue descubierta hace
más de 50 años, cuando se comprobó que
colocando en una cinta cinematográfica un fotograma cada
10 segundos con publicidad de una
gaseosa se duplicaban las ventas de la
misma a la salida del cine,
aún cuando los espectadores no habían percibido su
existencia….. los videoclips y el mundo de las discotecas
están cargados de un mensaje que los jóvenes
perciben y adoptan con total naturalidad. Si tuviera que
resumirlo en menos de diez palabras diría «No hay
futuro, solo existe el placer ahora»

"4) desde esta óptica nada vale la pena. No
existe nada que justifique el esfuerzo, el deseo de conocer, el
construir, inventar o desarrollar ideas".

¿Cuál es el rol de la escuela en esta
etapa posmodernista? Empecemos señalando que la escuela en
sí misma entra en franca contradicción con el mundo
light. O bien se convierte, según palabras de Massun, "en
un faro que ilumine un camino diferente, en una roca que resista
los embates del fuerte oleaje zapping, o se deja arrastrar por
ese nuevo mundo. Lamentablemente muchas veces la escuela opta por
el segundo camino y tenemos entonces la escuela zapping". En ella
se confunde la democracia, el
vivir en libertad, con el facilismo. Se tiende a identificar
disciplina,
principio de autoridad, con
autoritarismo. Se confunde libertad con anarquía o
facilismo, diálogo
con pérdida del rol docente, comprensión de los
problemas del alumno con permisivismo. Se ha llegado al extremo
de considerar que el régimen de amonestaciones debe ser
reemplazado por un sistema "dialogado" entre el docente y el
alumno. Los docentes que exigían estudio y respeto
comenzaron a ser estigmatizados: lo menos que se decía y
aún se dice de ellos es que están desfasados, que
no están con la modernidad
(realmente posmodernidad). Lo anteriormente expresado, nos
dice Massun, no quiere decir que el diálogo entre docentes
y alumnos no sea valioso. Lo negativo de dicha posición
radica en el hecho de que en la escuela zapping el docente pierde
su rol y pasa a formar, con los alumnos, un «grupo de
pares». Carlos Ball, director de la agencia de prensa AIPE
y académico asociado del Cato Institute.
Refiriéndose a la educación pública
estadounidense nos dice: "Ese mal ambiente
burocrático ha contagiado las escuelas públicas,
donde cada día nuestros niños reciben más
adoctrinamiento sobre lo que es políticamente correcto y
menos educación básica en lectura, escritura,
matemáticas y ciencias. Y de disciplina, ni
hablar. Los maestros no se atreven a imponer disciplina ni
respeto en la clase, como tampoco a ser exigentes con los
jóvenes, para lograr que hagan el máximo esfuerzo
posible en prepararse para la vida y para aportar a la sociedad.
La nueva función
del maestro en las escuelas del gobierno es
manejar una especie de gran estacionamiento de jóvenes,
donde estos se sientan a gusto, manteniéndolos más
o menos supervisados y fuera de peligro durante la jornada
laboral de sus
padres".

Haciendo un balance entre los tres tipos de escuelas,
Massun nos dice: "Aprender, en la Escuela Tradicional era repetir
de memoria. En la Escuela Nueva se buscaba que el alumno
aprendiera a aprender. En la Escuela Zapping el alumno
simplemente «no aprende» y es por ello que hoy,
más que nunca, se escucha entre profesores y padres de
familia, algo que se va convirtiendo en una letanía:
«Los alumnos saben cada vez menos». Nuevamente
citando a Carlos Ball, con relación a la ineficiencia del
sistema educativo público estadounidense, encontramos lo
siguiente: "El fracaso de la educación del gobierno fue
documentado por la revista The Economist (1 de abril de 2000, p.
17) de la siguiente manera: mientras un niño americano
promedio, de 10 años (4° grado), califica por encima
de niños de otros 20 países en matemáticas,
para cuando llega al último año de bachillerato
está por detrás del 95% de los jóvenes de
otros países. Esto comprueba que mientras más
tiempo está expuesto el joven a una escuela
pública, peor le va.

Frente a todo ello es vital hacerse la siguiente
pregunta: ¿Qué es lo que ha ocurrido en el
tránsito de la escuela tradicional a la escuela activa y
de ella a la escuela zapping? Estamos hablando de casi medio
siglo de experiencias en el campo educativo.

Hoy podemos ver con más claridad lo que ha
pasado. Siempre siguiendo el análisis de Massun, es
necesario tomar conciencia de las consecuencias negativas de lo
que significó la pérdida de un relevo generacional.
Es un hecho incontrovertible que los alumnos de la Escuela Nueva
venían de años de Escuela Tradicional, lo que
implicaba relativos sólidos conocimientos aprendidos de
memoria, poco incorporados, es cierto, pero innegablemente
latentes. La Escuela Nueva pudo, por lo tanto, trabajar sobre
estos contenidos para lograr que los alumnos lo hicieran propios.
Los estudiantes de la actualidad ya no han pasado por ninguna
experiencia parecida a la Escuela Tradicional. Como el recurso a
la memoria fue
satanizado, porque se le confundió con el memorismo
rutinario, el estudiante de hoy tiene un pobrísimo bagaje
cultural y los docentes suelen autoengañarse con la
aplicación de técnicas «movilizadoras»,
que en la práctica no dan resultado porque se intentan
llevar a cabo con estudiantes que carecen de la más
mínima base de conocimientos como para aplicarlas. Las tan
promocionadas y glorificadas dinámica de grupos se suelen
convertir en una gran "puesta en común de la ignorancia".
Es moneda corriente que los docentes intenten debates sobre
algún tema sobre los cuales los estudiantes no saben nada
y, lo que es más grave, sobre lo que los propios docentes
conocen muy poco. ¿Tiene algún sentido "practicar
una dinámica de grupos entre personas que no tienen los
contenidos mínimos indispensables"?

En un libro relativamente reciente, "Enseñanza y
aprendizaje de la historia" de Henry Pluckrose (cuya primera
edición en inglés es de 1991), leemos: "Tras un
período de varias semanas en que estudió la
aviación, David, de 6 años de edad, observó:
«Mi abuela nació en 1903. Ese fue el año en
que volaron por vez primera los hermanos Wright. Mi abuela vive
todavía. Ha conocido todos los progresos de la
aviación desde los Wright al Concorde". (Pluckrose, Henry;
Op. cit; Madrid: Ediciones Morata, S.L.1993; p. 38). Mi
experiencia como docente de ya larga trayectoria me permite
concluir, casi sin temor a equivocarme, que si el niño
David, de apenas 6 años no es un genio, ese caso (al igual
que otros que aparecen en el libro) no se condicen con la
realidad. Paréceme exagerado, por decir lo menos, que se
nos pretenda hacer creer que un niño de 6 años
«investigó» acerca de la aviación
durante varias semanas. Claro que en la Escuela Zapping la
investigación como método de estudio se ha puesto
de moda, porque
cree el docente que es una de las formas para que el propio
estudiante autoaprenda. Lo que ha ocurrido es que el concepto de
investigación se ha devaluado, se ha trivializado y se
cree que un niño está investigando cuando lee, eso
en el mejor de los casos (no es raro que los padres sean los que
busquen la información) unos cuantos datos sobre un tema,
y, cuando ya el estudiante es joven, cuando hacemos que recurra a
internet a buscar información y a lo que se limita el
joven es a "bajar" información y luego presentarla sin
haber leído una sola línea. Claro que se me
objetará, y con toda razón, que va a depender del
docente el saber plantear adecuadamente un tema a investigar,
para que no se produzca el simple download. Pero ello va a
implicar que el joven lea, independientemente de cual sea el
soporte del texto a leer (átomos o bits) y allí nos
encontramos con la esencia del problema: los niños y los
jóvenes no han creado el hábito de la lectura, no
se ha logrado el objetivo de la
Escuela Activa de la lectura placentera, que es la verdadera
lectura, porque, como es fácil comprender, la lectura
obligatoria, ya escolar, universitaria o profesional, no
constituye la verdadera lectura Martha Hildebrandt en una
entrevista que
le hizo El Comercio de Lima (Domingo 27 de abril del 2002,
sección C, p. 15), con su claridad y precisión
conceptual que la caracterizan, respondiendo al comentario del
entrevistador acerca de aquellos que ven la lectura como un
trabajo, dice: "Exacto. Es gente que no lee por placer sino solo
cuando tiene exámenes. Entonces asocian la lectura a la
obligación. Algo que quita tiempo para verdaderamente
distraerse. Y esa es la diferencia entre un lector y un no
lector. El primero se desvive para encontrar una hora para leer,
el segundo se desvive para otros placeres, como el cine, por
ejemplo. De lo que se trata es de hacer de la lectura un placer".
Y, de inmediato, frente a la pregunta: ¿Considera que eso
podría lograrse en la escuela?. Hildebrandt contesta: "No,
desgraciadamente. Eso se da en el hogar. Y digo desgraciadamente
porque son muy pocos los hogares en los que un niño puede
ver a sus padres leer por placer, quizás en la noche en la
cama, por lo menos un periódico
o una revista, incluso frívola. Si el niño ve que
la gente goza y se ríe leyendo algo que él no sabe
qué es, va a sentir curiosidad y a saber que es algo rico
que él también quiere tener. Pero si nunca los ve
coger un libro, y en la escuela la lectura se asocia con deberes
e imposiciones, entonces nunca será un placer".

Es innegable que los docentes que toman con seriedad su
función, se encuentran hoy más que nunca entre
Escila y Caribdis, porque es muy fuerte la concepción
pedagógica que señala que a los estudiantes "solo
hay que hablarles de los temas que ellos están viviendo
todos los días", es decir a los "temas de la vida diaria",
a semejanza de lo que hace la radio y
básicamente la televisión. Si en la Escuela
Tradicional se enseñaba lo que el profesor
establecía (y la directivas venían de instancias
superiores), en la Escuela Nueva o Activa el estudiante
aprendía todo aquello para lo cual había sido
debidamente motivado, en la Escuela Zapping se debe
enseñar lo que el estudiante quiere aprender. Ello es lo
que ha conducido al facilismo. Al estudiante no se le debe exigir
(ello sería señal de autoritarismo, de
tradicionalismo). Y como el estudiante lo sabe, opta por la
ley del menor
esfuerzo. Como de todas maneras va a conseguir ir avanzando,
pasar de un grado a otro, de un nivel a otro, cada vez el
esfuerzo será menor, hasta volverse casi inexistente. Ese
facilismo es en parte heredero de la distorsión de la
teoría del interés: El niño y el joven
aprenderá mejor aquello en que más se interesa.
Esto que es algo indubitable, si embargo encierra aspectos
espinosos, como por ejemplo la existencia de intereses deseables
y no deseables. La educación basada en la teoría
del interés cayó en el extremo de que, como escribe
James Binney, en "Doctrina del Interés" (En:" La inteligencia,
el interés y la actitud".
Madrid: Ed. Paidós, 1965; pp. 51-57): "Muchos alumnos han
llegado a creer que es deber del maestro interesarlos a toda
costa". Lo que esta teoría del interés no
consideraba era el hecho de que, en una clase cualesquiera, hay
unos pocos estudiantes que no pueden llegar a ser interesados en
un tema determinado. La doctrina del interés sufrió
tal deformación que se confundió el interés
con el entretenimiento. De allí al facilismo y al
permisivismo había un paso. No tengo interés en
estudiar biología, no me interesa estudiar la célula,
tampoco sobre la revolución
francesa. Deseo saber sobre la historia de los mundiales de
fútbol. Bueno, por lo menos algo le interesa. Massun,
refiriéndose a una encuesta
realizada por Eliseo Verón, cuenta que un docente se
lamentaba que los alumnos ya no leen el Quijote pero se consolaba
diciendo que por lo menos leen Mafalda.

Los docentes, conscientes de todos estos males, tratan
de buscar soluciones
creativas para que, por lo menos, algo se logre adecuadamente. Es
por ello que el sociólogo Eliseo Verón habla del
"Porlomenismo", "una forma de resignación que consiste en
reconfortarse viendo lo que aún se ha podido salvar". Lo
rescatable de todo esto es que todavía existe una reserva
docente valiosa que es consciente de los males que aquejan al
sistema educativo y a la sociedad en general, aunque, y
aquí radica el gravísimo peligro, nadie quiere ser
«el malo de la película», o termina por
cansarse de serlo, y cae en el facilismo, en la permisividad. Sin
embargo se ha tomado ya conciencia de que las cosas van por mal
camino, aunque a la vez se es consciente que fenómeno es
sumamente complejo y exige un cambio cualitativo muy grande a
nivel de sociedad y cultura.

El libro, el texto escolar, en la Escuela Zapping tiende
a desaparecer. Es cierto que existe el llamado libro zapping,
lleno de estímulos visuales, de muchas fotos y dibujos y
obviamente de muy poco texto de lectura e incluso en esto
último aparecen las negritas, los subrayados, las letras
de colores
diferentes, los diferentes tipos de letras. Es decir, todo ya
digerido. El "lector" ya no tiene que pensar. Pero incluso este
libro light no concordaba plenamente con la sociedad y la cultura
light. Un libro por más light que sea puede "generar la
perversa tentación de pensar". Por eso es que la escuela
zapping evoluciona a la escuela sin libros. En muchos
países ese paso comenzó con la prohibición,
hecha a los docentes, de recomendar texto alguno, aparentemente
porque de esa manera no se excluía a nadie del acceso a la
educación, que por haberse masificado, llegaba a todos los
sectores socioeconómicos de un país. Como el
poder
adquisitivo del mayor porcentaje de familias era y es sumamente
bajo, la solución se dio prohibiendo el recomendar libros
y con ello surgió una cultura del no-uso del libro en la
escuela. Los docentes posmodernistas de la Escuela Zapping
consideran que ello es un gran avance, porque se pretende hacer
creer que el libro es sustituido por una diversidad de fuentes, tales
como diarios, revistas, libros de la biblioteca, etc.
Lo que no quiere darse cuenta el docente es que una cosa buena
puede ser esa diversidad de fuente, pero que ello no entra en
contradicción con un libro que organice su saber y le
dé una base donde estudiar. La Escuela Zapping es la
escuela de la fotocopia, pero no de textos adecuadamente
seleccionados o preparados con mucha dedicación por el
docente, (los cuales sí son valiosos, porque constituyen
el fruto de una adecuada consulta bibliográfica,
hemerográfica e incluso, en estos últimos tiempos,
de consulta en internet, que los que la utilizamos sabemos que
exige mucho tiempo y un gran criterio selectivo para aprovechar
lo que la red brinda de calidad, que es de una variedad muy
grande), sino el «coser» o «ensamblar»
párrafos en una forma que resulta generalmente inconexa,
desgajada de su contexto más amplio. Aunque el tema es
bastante complejo, debemos señalar que la fotocopia es un
competidor desleal del libro, sobre todo la fotocopia que
pretende sustituir al libro. En libros franceses es bastante
común leer: "La fotocopia mata el libro"

El libro también se resintió en la escuela
cuando se pasó de la lectura obligatoria, propia de la
escuela tradicional, a la lectura libre, motivada,
hedónica. La escuela nueva en uno de sus más crasos
errores, según Massun, planteó la opción de
hierro:
"lectura obligatoria o lectura por placer". Aquí
también se dio ese relevo generacional comentando ya
anteriormente. Un cosa era trabajar con estudiantes que
habían leído en forma obligatoria, lo cual no
siempre era displacentero como se suele pensar, porque ese
carácter obligatorio no era en esencia de
una coerción que violentara intereses; y otra cosa muy
diferente sería trabajar con aquellos que no habían
practicado la lectura.

Como lúcidamente precisa Massun, la pretendida
lectura no obligatoria, es decir la supuesta lectura basada solo
en el propio interés del estudiante, no se hizo realidad,
porque es como pretender que alguien aprenda música
saltándose la parte supuestamente «tediosa» y
«esforzada» de las prácticas que llevan a
adquirir el dominio de la
técnica. Nadie puede interpretar una sinfonía sin
una práctica constante, que exige un gran esfuerzo y
demanda un
larguísimo período de prácticas. Quienes
extrapolando teorías psicológicas consideraron que
se podía acceder a la verdadera lectura basado en el
interés innato o fácilmente adquirido, cometieron
un grave error que llevó a la no lectura o a la lectura
fácil: cuanto más ilustraciones, fotos y menos
texto, mejor. Era la aparición del antilibro en manos no
de niños de 6 a 8 años de edad, (donde el libro
prolijamente ilustrado es una virtud, porque cumple la
función de atraer la atención) sino en manos de jóvenes
que han crecido en una supuesta lectura libre, placentera, pero
que tampoco le encuentra placer a la lectura, porque no han sido
preparados para ella y por esa razón se arriba al
contrasentido de considerar que el mejor libro es el que menos
hojas tiene.

 

3. EVOLUCIÓN DE LOS SOPORTES DE LA
ESCRITURA

En este capítulo pretendemos dar un vistazo
panorámico, muy esquemático por supuesto, sobre la
evolución de los diversos materiales que
han servido, a lo largo de la historia, de soporte a la
escritura.
Ello nos acerca un tanto a la historia del libro, sobre
la cual existen excelentes investigaciones.
No debería dejar de leerse, a pesar de sus años, la
obra clásica del danés Svend Dahl "Historia del
libro", que nos brinda una brillante y amena historia del libro
hasta mediados del siglo XX.

En la introducción del importantísimo
libro colectivo "Historia de la lectura en
el mundo occidental",cuyos coordinadores son los especialistas
Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, los cuales son, asimismo, los
autores de la introducción, se rebate aquella
posición que señala que el texto existe
en sí, separado de toda materialidad. Al respecto los
citados especialistas nos dicen: "…no hay texto alguno fuera
del soporte que permite leerle (o escucharle). Los autores no
escriben libros; no,
escriben textos que se transforman en objetos escritos
–manuscritos, grabados, impresos y, hoy, informatizados-
manejados de diversa manera por unos lectores de carne y hueso
cuyas maneras de leer varían con arreglo a los tiempos,
los lugares y los ámbitos". El libro citado está
disponible en átomos (Editorial Taurus) y en bits
()

Hagamos un esquemático análisis del proceso de
evolución de la escritura y sus soportes. La historia de
la humanidad tiene una larguísima etapa oral , es decir
anterior a la escritura, pero en un determinado momento, hace
aproximadamente un poco más de 5000 años, en la
zona de la Creciente Fértil Media Luna, aparece la
escritura, específicamente en Súmer. Como dice
Samuel N. Kramer en su obra "La cuna de la civilización"
(Madrid: Novograph S.A. 1980): "La invención de la
escritura, más que cualquier otro logro, llevó el
lustre de la civilización a las vidas de los hombres. El
dar este paso gigantesco hace más de 5000 años
posibilitó el conservar pensamientos y experiencias y el
transmitir a generaciones futuras sabiduría arduamente
conquistada, dos procesos
esenciales para el mantenimiento
de una sociedad
compleja…" (Op. cit.; p. 129)

La escritura no solo implica, desde su aparición,
signos (pictografías, ideogramas, etc) sino también
un material sobre el cual se materializan dichos signos. Sabemos,
por la enorme cantidad de tabletas que nos quedan de la
región mesopotámica, que el material utilizado fue
básicamente la arcilla, aunque también utilizaron
metal y piedra. Con relación a este último material
nos viene de inmediato al recuerdo la "Roca de Behistún"
(en las montañas de Zagros, en Irán noroccidental)
y la muy famosa "Piedra de Roseta". El papiro es otro de los
materiales que durante un periodo bastante extenso de la historia
humana sirvió como soporte escritural y que constituye
conjuntamente con la escritura egipcia antigua una de aquellas
creaciones trascendentes de la historia de la
humanidad.

¿Y qué sabemos de los «libros de
aquella época? La educación sumeria
ha sido muy bien estudiada. Hartmut Schmökel nos dice que se
han hallados "textos escolares" de las épocas más
tempranas en Fara-Shuruppak, Uruk, Nippur y otros lugares. El
estudiante era, al parecer, denominado "hijo de la casa de las
tablillas" (el profesor era el padre). Claro que esos "textos
escolares" era como los cuadernos de apuntes donde los
estudiantes realizaban sus tareas. Pero poco a poco se fue
pasando de inscripciones brevísimas (las tabletas
pequeñas medían 4 x 2,5–3 cm o 4 x 4 cm y las
más grandes 11 x 10,5 cm) a textos más extensos, ya
no solo de carácter
religioso o político-administrativo, sino
históricos.(Schmökl, Hartmut "El país de los
súmeros" El redescubrimiento de la primera alta cultura de la
humanidad";Buenos Aires:
EUDEBA, 1965; pp. 152-153). Las tabletas de arcilla (hojas del
libro sumerio) se guardaban, según nos los relata Georges
Contenau en su libro "La vida cotidiana en Babilonia y Asiria"
(Barcelona: Editorial Mateu, 1962) en estantes, dispuestas una
sobre otra, y en el canto se escribían las primera
palabras de la obra, que de este modo se intitulaba como las
encíclicas pontificales, con las palabras con que
principia el texto. No podemos dejar de señalar, que es
también en esta región mesopotámica donde
encontramos ya una biblioteca, la
famosa biblioteca de Asurbanipal, en Nínive. (Esta
biblioteca, transportada a Londres, constituye hoy la gloria del
Museo Británico). Siempre siguiendo a Contenau diremos que
en la época de Asurbanipal, como en nuestros días,
había gente con propensión a formar su biblioteca
en detrimento de las ajenas; para protegerse contra esta plaga
peligrosísima se ponían los libros bajo la
protección de los dioses. Ciertas tabletas, anteriores a
la época sargónida, llevan una maldición
contra quienes maltratasen los libros, no los dejasen en su
estante, o se los apropiasen. (Op. cit.; pp. 195-196) La
bibliocleptomanía, de la cual nos habla Alberto Manguel en
uno de los capítulos de su obra "Una historia de la
lectura",
tiene pues larga data.

Me he detenido un tanto en los orígenes de la
escritura y de los primeros textos que pueden ser considerados
como libros, porque a veces no se tiene un adecuado conocimiento y
una adecuada valorización del inicio de una de las
más grandes hazañas del género
humano y lo de revolucionario que implicó que el pensamiento y
las fugaces palabras pudieran perennizarse, eternizarse a
través de su plasmación
gráfico-simbólica.

Los egipcios, con su escritura que tuvo tres tipos
(jeroglífica, hierática y demótica),
dispusieron del papiro, muy superior a las tabletas de arcilla de
los mesopotámicos. Como nos lo recuerda Martin Walker en
su obra "Los egipcios" (Madrid: Edimat Libros S.A., 1998) la
palabra papiro dio origen a la palabra inglesa paper y a la
francesa papier. Walker nos describe la técnica de la
fabricación de la hoja que iba a ser utilizada para la
escritura, utilizando los tallos del papiro (cyperus papyrus).El
tamaño de las hojas era variado. En cuanto su ancho
oscilaba entre 50 y 170 cm, siendo esta última la medida
más frecuente. La longitud de los papiros también
era muy variable. El Papiro Harris (Museo Británico), que
es el de mayor tamaño, alcanza una longitud de cuatro
metros. La fabricación del papiro era muy costosa,
razón por la cual se utilizaron otros materiales para
escribir, tales como trozos de cerámica, que son conocidos con el nombre
de «ostraka» (Sobre el papiro puede consultarse "La
fabricación del papiro",en http://rt000qzn.eresmas.net/vida/papiro/papiro.html)

Si quisiéramos una aproximación a los
«libros» mesopotámicos y egipcios, es decir el
leer lo que esos pueblos escribieron, podemos
consultar:

* Pritchard, James B (compilador) "La sabiduría
del antiguo oriente" (Barcelona: Ediciones Garriga S.A.
1966)

*Gaster, Theodore H. "Los más antiguos cuentos de la
humanidad" (Buenos Aires: Librería Hachette
S.A.,1956)

*"Cantos y Cuentos del Antiguo Egipto"
(Madrid: Revista de
Occidente, 1944). Con una nota sobre el alma egipcia escrita por
don José Ortega y Gasset.

*"Narraciones y cánticos del antiguo Egipto"
(Buenos Aires: Editorial Simientes, 1978

Acerquémonos ahora al mundo greco-romano.
Tratemos de captar el momento en el cual hace su
reaparición, en el mundo griego, un nuevo tipo de
escritura, esta vez por influencia de los fenicios y que
hará posible la gran revolución
del pensamiento del mundo occidental. Jean-Pierre Vernant en su
libro "Los orígenes del pensamiento griego" (Buenos Aires:
EUDEBA, 1965) ha señalado que si queremos levantar el acta
de nacimiento de la Razón griega, seguir el camino por
donde ella ha podido desprenderse de una mentalidad religiosa,
debemos fijarnos en el gran viraje que se produjo entre los siglo
VIII al VII, momento en el cual triunfa el estilo orientalizante,
se sienta las bases de la polis y, asegura, mediante esta
laicización del pensamiento, el advenimiento de la
filosofía. La monarquía micénica, centrada en el
palacio, regimenta la vida económica, social y política y ello en
torno al empleo de la
escritura y la constitución de archivos. Nos
dice Vernant: "Son los escribas cretenses, pasados al servicio de
las dinastías micénicas, quienes, transformando la
escritura lineal usada en el palacio de Cnosos (lineal A) a fin
de adaptarla al dialecto de los nuevos señores (lineal B),
les han aportado los medios
administrativos propios de la economía palatina"
(Vernant, Jean-Pierre; Op. cit., p.26). Esta escritura era hecha
en tablillas. Sin embargo todo será trastocado cuando se
produce la invasión doria, que rompe los vínculos
de Grecia con el
oriente, convirtiéndola en una civilización
básicamente agrícola.. La escritura misma
desaparece. Pero, cuando esta sea redescubierta, a fines del
siglo IX, "tomándola esta vez de los fenicios, no
será solo una escritura de otro tipo, fonética,
sino producto de
una civilización radicalmente distinta: no la especialidad
de una clase, los escribas, sino el elemento de una cultura
común. Su significación social y psicológica
se habrá transformado –podríamos decir
invertido- la escritura ya no tendrá por objeto la
creación de archivos para uso del rey en el secreto de un
palacio, sino que responderá en adelante a una función de
publicidad; va a
permitir divulgar, colocar por igual ante los ojos de todos, los
diversos aspectos de la vida social y política" (Vernant,
Jean-Pierre; Op. cit; p.28).

Es cierto que actualmente los helenistas tienden a ver
las civilizaciones egea o minoica y micénica como "obra
común del mismo pueblo, que no es otro que el de los
futuros griegos" (Saitta, Armando. "Guía crítica de
la historia antigua "(México:
FCE , 1996). En 1939 la recién descubierta escritura
lineal B, llamada así para diferenciarla de la
pictográfica, permitió acceder al primer archivo de
documentos
escritos de la Grecia micénica continental" (tablillas
encontradas en el palacio de Pilos). Al poco tiempo
ocurrió su desciframiento. A comienzas del siglo XX el
arqueólogo Arthur Evans había descubierto, en el
palacio minoico de Cnosos, en tablillas de arcilla y con tres
tipos diferentes: una pictográfica o jeroglífica,
una escritura cursiva que Evans la llamó lineal A y una
tercera, modificación de la anterior y que fue llamada
lineal B. Nuevas excavaciones permitieron llegar a las
conclusión de que la lineal A era exclusiva de Creta,
mientras que la lineal B era usada en Cnosos y en toda la
península griega.. Michael Ventris y John Chadwich
lograrían el desciframiento de la escritura lineal
B.

Eric G. Turner en "Los libros en la Atenas de los siglos
V y IV a.C." que forma parte de la obra colectiva "Libros,
editores y público en el Mundo Antiguo" (Madrid: Alianza
Editorial S.A. 1995), cuyo director es nada menos que Guglielmo
Cavallo, nos señala que el libro más antiguo,
conocido por nosotros, es una copia del nomos de Timoteo,
«Los Persas», escrito en papiro y hallado en Abusir,
no lejos de Menfis, al parecer del siglo IV a. C. y
perteneciente, muy probablemente, a un músico itinerante
jonio. Leer y escribir era lo normal en la sociedad ateniense de
los siglos V y IV a.C. Se escribía fundamentalmente sobre
papiro. Turner nos señala que la palabra Biblos significa
«documentos» y ello porque los griegos preparaban
folios de papiro que, una vez escrito, se plegaban
horizontalmente varias veces y se sellaba, como se sabe que se
hacía con cartas y
documentos. Los griegos aprovecharon el papiro egipcio, pero lo
prepararon diferente logrando la fabricación de folios y,
por otra parte, a diferencia de los escribas egipcios que
utilizaban una especie de pincel para escribir, los griegos
emplean el kalàmos (caña o pluma). En cuanto a la
influencia mesopotámica entre la escritura griega, Turner
señala que muy probablemente la pluma, que desplazó
al pincel, haya sido importada de Mesopotamia.

Según G. Cavallo, refiriéndose al
importante papel de la
oralidad dentro de la lecto-escritura señala que la Grecia
del siglo V a. C. era auditiva (audición de textos) y no
auditiva y visual al mismo tiempo (lectura de textos en voz
alta). Señala que, al parecer, fue "entre las dos
generaciones de Heródoto y Tucídides [que] tuvo
lugar la transición de la oralidad a la cultura del
libro". Heródoto representa la primera y Tucídides
la segunda. Un aspecto poco enfatizado es el referente a que los
libros en general, y los de los sofistas en particular,
despertaron el rechazo, nada menos que como una manera de
sustraerse a la nueva técnica que utilizaba el papiro,
que, al fin y al cabo, solo era un nuevo soporte escritural. Nada
menos que Platón es
uno de los representantes de esa oposición al libro.
Debemos remarcar que "los sofistas habían descubierto
qué valor
podía tener la difusión del libro para instaurar un
nuevo sistema cultural"
Pero el impacto del libro fue tal que incluso en la Academia de
Platón y en el Liceo de Aristóteles se utilizaban los libros.
Platón poseía una buena colección de libros.
Algo más, la primera biblioteca privada al parecer fue la
de Aristóteles, la cual caería en poder de Sila
cuando este saqueó Atenas, en el 86 a.C.
Aristóteles, según todos los indicios, parece ser
también el primer bibliotecólogo:
Enseñó al rey de Egipto el método
para organizar una biblioteca. Como vemos larga data tiene la
novofobia y en este caso concreto la
oposición a nuevos medios para la difusión del
pensamiento, para la plasmación de los textos en nuevos
soportes.

Un aspecto bien estudiado es el referente a la etapa de
la oralidad de los textos. Hubo un largo periodo en el cual se
transitó de la lectura oral a la lectura silenciosa, de la
lectura en voz alta, a la lectura en voz baja hasta llegar a la
lectura en silencio. Sin embargo Jesper Svenbro, en "La Grecia
Arcaica y Clásica. La Invención de la lectura
silenciosa" (En: "Historia de la lectura en el mundo occidental")
nos señala que Bernard Knox ha demostrado que a los
griegos debemos la invención de la lectura silenciosa,
aunque es necesario reconocer que durante varios siglos
más predominaría la lectura en voz alta. Alberto
Manguel ha dedicado el capítulo "Los lectores silenciosos"
para apreciar el tránsito a la lectura silenciosa, que
tiene la ventaja de ser mucho más
rápida.

No es totalmente cierto, por lo tanto que la scriptio
continua, es decir la escritura que no tenía
separación ni siquiera de palabras fuera un
obstáculo para la lectura silenciosa. Como lo sugiere
Knox, el manejo de grandes cantidades de texto, como la utilizada
por los monjes dedicados a copiar manuscritos, habría
constituido un factor para transitar a la lectura silenciosa, lo
propio que la «word
división».

La obra titulada "Entre el volumen y el
códex. La lectura en el mundo romano" de Guglielmo
Cavallo, es una valiosísima guía para tener un
visión rápida pero documentada del libro y la
lectura en Roma Antigua. Lo
mismo que "Comercio
librario y actividad editorial en el mundo antiguo" de
Tönnes Kleberg. Los griegos innegablemente, pero
también los etruscos, contribuyeron al progreso del
conocimiento y del interés
por los libros en Roma. Pierre Grimal en su obra "La vida en la
Roma Antigua" nos relata en unos pocos párrafos como era
la educación
romana en la época de Augusto. El niño aún
pequeño era confiado al gramático, quien le
enseñaba a leer y escribir. Luego pasaba a manos del
retórico quien lo iniciaba en las humanidades. Se buscaba
que aprendieses a ser un orador ya que la elocuencia impregnaba
toda la vida pública romana, aunque, como nos dice Grimal,
la "elocuencia no era un fin es si mismo sino que debía
permitir ejercer su influencia sobre los espíritus y las
almas y, para ello, era necesario que el joven adquiriese
el
conocimiento de «todo lo que es humano»"(Op.
cit.; p. 86-87). Es en esta etapa de la educación que los
niños y
jóvenes comenzaban a recibir la influencia de los
pedagogos (poedagogus), instructores generalmente griegos, de
condición esclavos, encargados de llevar a los
niños a la escuela y luego
ayudarles en sus tareas escolares. Como dice Grimal ; "A los
pedagogos se les debe, con toda seguridad, la
penetración tan rápida y profunda de algunas
costumbres de vida y pensamientos griegos, influencia secreta,
poco comprensible para nosotros ya que no se manifiesta en los
testimonio literarios, pero que es importante reconocer y no
minimizar" (Op. cit.; p. 85)

¿Pero que sabemos de los libros en aquella
época? Según G. Cavallo, en una primera etapa la
lectura y escritura eran exclusivamente una práctica
exclusiva de temas religiosos y jurídicos, recogidos en
los llamados «libros lintei» (de tela de lino) y en
las «tabulae lignatias. Pero va a ser en el siglo II a.C.
que aparecen los libros utilizando el papiro. Los libros griegos
fueron el modelo de los
libros latinos.. Leer un libro significaba leer un rollo. Se
leía en forma privada y pública, lo mismo sentado
que reclinado o echado. Era habitual la lectura en voz alta. A
veces se utilizaba lectores especializados, de tal manera que la
lectura devenía en indirecta y oral. En el caso de
lectores no profesionales la lectura era lenta, por dos motivos
fundamentales: por los diversos tipos de letras manuscritas que
se utilizaban, algunos incluso con muchos adornos, y, por otra
parte, porque a consecuencia de la influencia de los griegos se
dejó a un lado la utilización de la interpuncta,
puntos que indicaban la separación entre las palabras, y,
en el siglo I a.C., se adoptó la scriptio continua . Ello
implicaba que era necesario ser muy experimentado para
individualizar la separación de las palabras y a la vez
captar el sentido. Los libros fueron, en un primer momento,
bastante escaso y muy caros, pero en la época de los
emperadores bajaron bastante sus precios.
Cuando estaban aprendiendo a escribir los niños utilizaban
tablillas cubiertas de cera, pero ya más adelantados
escribían sobre papel (charta), elaborado, como hemos
dicho, con el papiro. James Stewart, en su obra "La vida
íntima de los romanos" nos proporciona datos muy
importantes sobre la educación romana. A este autor le
debemos la expresión de que la polis de "Atenas era en
realidad la Universidad del
Imperio romano",
para expresar la costumbre de los jóvenes de familias
adineradas de concluir sus educación en las ciudades
orientales de Grecia, muy especialmente en Atenas. (Op. cit ;
p.97)

Con relación a los tiempos del
importantísimo imperio bizantino, muy escuetamente debemos
decir con relación al libro y a la lectura que, como
señala Rolando Castillo, en el largo periodo de la
historia bizantina se dio la existencia de una educación
programada y sistemática con tres niveles :
elemental, gramatical y retórica. Es cierto que en el
primer nivel no se utiliza el libro porque el aprendizaje
era básicamente de memoria, aunque
se sabe que se empleaba la lectura de las fábulas de
Esopo. En el segundo nivel se enseñaba a leer literatura griega
clásica y el profesor, es decir el gramático,
"solía explicarla y valorarla de manera crítica".
En este nivel se utilizaban libros de texto, como "El Arte de la
Gramática" de Dionisio Tracio, los
"Cánones" de Teodocio de Alejandría. Se ejercitaba
muchísimo la lectura, utilizándose preferentemente
las obras de Homero. Esto no
significa, sin embargo, que la utilización de libros no
fuera algo excepcional en la sociedad bizantina, por lo que la
educación era básicamente oral, lo que
exigía mucho la memorización por parte de
profesores y estudiantes. Los profesores podían tener una
copia de algunos pocos libros y de seguro muchos
otros en su memoria. R. Castillo, siguiendo al bizantinista
Robert Browning, nos dice que el profesor leía en voz alta
o transmitía en forma oral lo que tenía guardado en
su memoria. En el tercer nivel (al cual se llegaba entre los 13 y
15 años) el libro de texto por excelencia era el
denominado progymnásmata, que era un compilado de
ejercicios que abarcaban los distintos géneros de la
composición y cuyo autor era Aftonio de Antioquia, quien
fue un maestro de Retórica en Atenas a fines del siglo IV.
Este texto se usó hasta el fin de Bizancio, es decir hasta
el siglo XV. Otros textos muy utilizados en la enseñanza de este nivel fueron cuatro obras
de Hermógenes de Tarso. Cuando los turcos cayeron sobre
Bizancio, muchos intelectuales se marcharon a Europa
colaborando con el renacimiento
europeo, en una medida aun no bien estudiada por los
especialistas.

La Edad Media
europea es, en gran parte, la heredera de la cultura
grecorromana. Los manuscritos se continúan copiando en
scriptio continua. Pero existe una diferencia sustantiva: la
iglesia
cristiana fomenta que todo cristiano alfabetizado debía
leer, que la lectura ayudaba a la salvación del alma, que
la lectura permitía conocer a Dios. Otra novedad,
según Malcolm Parkes, fue el tránsito de la lectura
oral a la silenciosa. La lectura oral supervivió en la
liturgia, pero a partir del siglo VI comienza a cobrar
importancia la lectura silenciosa y se le considera que es mejor
que la oral, porque, como decía san Isidoro, "el lector
aprende más cuando no escucha su voz".

Otro cambio
importante fue el paso del libro-rollo al códice. En la
Enciclopedia Británica al referirse a este hecho, leemos:
"The substitution of the codex for the roll was a revolutionary
change in the form of the book". Debemos, sin embargo, reconocer
que el papiro como soporte de la escritura fue por varios
milenios un material ideal: facilidad para escribir con tinta,
borrar con agua, buena
presentación, durabilidad e incluso facilidad de manejo y
transporte. Se
le ha señalado un inconveniente, el no poder ubicarse con
facilidad un pasaje concreto, amén de otros, pero de menor
importancia.

El códice de pergamino era un nuevo formato de
libro, el cual ganaba en durabilidad al tener una
encuadernación protectora, al mismo tiempo que era mucho
más fácil de manipular, transportar y guardar (se
calcula que su capacidad de almacenamiento
comparado con los rollos era seis veces superior), y, lo tal vez
más importante, era bastante económico. Este
soporte fue muy apreciado por los cristianos, que como miembros
de una civilización basada en el libro (La Biblia), vieron
las enormes ventajas que el códice significaba para la
difusión de la «palabra de Dios», por la
facilidades que brindaba para localizar pasajes bíblicos
en los momentos de sus reuniones.

El medioevo conoció tres tipos de instituciones
de enseñanza y estudio: las escuelas monásticas,
las escuelas urbanas y las universidades. Las dos primeras,
según nos los recuerda E. Jeauneau, están
mencionadas en una capitular de 789. Carlomagno, en dicha
capitular, ordena que se creen escuelas en cada monasterio y en
cada obispado. Las escuelas monásticas, nos dice Jeauneau,
se adaptaba a las estructuras
que rigieron Europa hasta fines del siglo XI. Pero cuando, hacia
fines del siglo XI y comienzos del siglo XII, se amplía el
comercio y aumenta la importancia de la ciudad, el centro de
gravitación escolar se desplaza hacia ellas y es ese el
momento que surgen las escuelas urbanas, también
denominadas capitulares o catedralicias, sin que ello implique la
desaparición de las monásticas. Según
Jacques Le Goff es indisoluble la relación entre ciudad y
profesional de la educación, "para el hombre para
quien escribir o enseñar- en general ambas cosas a la vez-
es su oficio; el hombre que
tiene una actividad profesional de enseñante y de un
sabio, el intelectual, en fin, no aparece sino a una con las
ciudades. (Le Goff, Jacques "Los intelectuales de la Edad Media":
Buenos Aires: EUDEBA, 1965; p. 12).

Según Jeauneau, si en el siglo XII la escuela
sigue al maestro, en cambio en el siglo XIII es el maestro el que
sigue a su escuela. Paralelamente al movimiento que
lleva a los oficios a unirse en corporaciones, la gente de
estudio se agrupa para defender sus derechos y sus privilegios y
ello es el origen de las universidades.

Durante la etapa medieval el libro jugó un papel
muy importante. Recordemos que los dos grandes métodos de
enseñanza eran «la lección» y «la
disputa». La "lección" era una lectura comentada de
Aristóteles, de la Biblia y de las Sentencias de Pedro
Lombardo. La "disputa" se hacía sobre un tema que se
elegía de antemano y se adecuaba a un programa dado
(«cuestiones disputadas») o sobre un tema improvisado
(«cuestiones quodlibética»). [Jeauneau, E. La
Filosofía Medieval" (Buenos Aires: EUDEBA, 1965) y Le
Goff, Jacques, Op.cit; pp.122-126).]

Es muy importante destacar que el libro jugó en
la Edad Media un papel muy importante en la educación,
porque si la palabra del maestro era casi sagrada (el
magíster dixit), sin embargo el maestro de los maestros
era Aristóteles, es decir sus obras. Esto no debe hacernos
olvidar que esa educación era esencialmente elitista y
propia de un elite religiosa. Y es por ello, como bien
señala Jacques Le Goff, que durante la alta Edad Media,
durante el llamado renacimiento
carolingio, los libros eran concebidos como una obra de arte,
como un lujo, con una demanda muy
escasa.: "…los libros no se hacen para ser leídos, sino
para engrosar los tesoros de las iglesias o de los particulares
ricos, es decir constituyen un bien económico antes que un
bien espiritual…" (Le Goff, J.;op. cit; p. 16) El copiar los
libros, era para los monjes copistas, no tanto una tarea que
reflejase un interés intelectual, sino mas bien una tarea
difícil que podía ser tomada como una penitencia y
es por ello cuanto más se copiase las posibilidades de
salvación eran mayores.

Un nuevo aspecto irá tomando fuerza a
partir del siglo XII con los llamados traductores, consecuencia
lógica
del desconocimiento en occidente del griego, por predominancia
del latín. Si bien es cierto que Pedro el Venerable
utilizará la traducción como un arma para conocer
directamente el islam y poder
combatirlo, sin embargo la mayor parte de los intelectuales que
se dedicarán a la traducción, lo harán sobre
obras científicas y filosóficas, fundamentalmente
de obras griegas y árabes.

El libro, en la Baja Edad Media, se convierte en uno de
los instrumentos básicos del intelectual, de los alumnos y
profesores de las universidades que hacen su aparición en
el siglo XIII. Como dice Le Goff: "El libro universitario es un
objeto completamente distinto de lo que había sido el
libro de la Alta Edad Media. Está ligado a un contexto
técnico, social y económico totalmente nuevo; es la
expresión de otra civilización…Los excelentes
trabajos del padre Estrés han
mostrado en toda su magnitud la revolución que en el siglo
XIII se opera en la técnica del libro y cuyo teatro es el
taller universitario… La publicación del texto oficial
de los cursos tuvo una
importancia capital en las
universidades. En 1264 los estatutos dela Universidad de Padua
declaran: sin ejemplares no habría Universidad". (Le Goff,
Jacques.; Op. cit; pp. 115-116)

Los libros de la etapa medieval, hemos ya
señalado, destacarían, muchos de ellos, por su
carácter artístico (aquellos que estaban dedicados
a las personas con poder económico). Las ilustraciones
comienzan a jugar un papel muy importante. La
encuadernación se convirtió no sólo en una
técnica sino sobre todo en un arte. Técnica de gran
valía en la medida que la encuadernación
cumplía un rol muy importante, toda vez que, al recibir el
libro el tratamiento de un códice había que unir
las hojas mediante su cosido, así como el resguardarlas de
su deterioro (Al respecto leemos en la Enciclopedia
Británica "The medieval book was a codex written on vellum
or parchment").

Los monasterios jugaron un papel muy importante en la
conservación y difusión libresca, aunque lenta
porque se basaba en la labor paciente de los monjes copistas.
Como podemos leer en la Enciclopedia Británica, la
sustitución del rollo de papiro por el pergamino
significó también la sustitución de los
libros de los clásicos grecorromanos por los libros
cristianos, de personajes tales como Orígenes, Tertuliano,
san
Agustín y san Jerónimo.

La expansión en la producción de libros, así como el
nuevo interés por los clásicos grecorromanos,
comenzará a partir del siglo XII, especialmente por el rol
que comienzan a jugar las universidades, que serán las
instituciones que demandarán libros. Al poco tiempo el
humanismo
también vendrá a jugar papel muy importante.
Comenzaron a formarse importantes bibliotecas como
la Biblioteca Medicea-Laurenziana, en Florencia, y la Biblioteca
Apostólica Vaticana .

Relativamente poco tiempo transcurriría (a
diferencia de los milenios del rollo de papiro) para que un nuevo
soporte escritural hiciera su aparición y desplazara en
poquísimo tiempo al pergamino: el papel. Invento chino que
comienza con el llamado «papel de seda», en el siglo
I de nuestra era., pero que tenía como limitación
técnica el ser el producto residual de la
fabricación de colchones y ropa de seda. Sin embargo, los
chinos también escribían sobre un papel denominado
«papel Baquiao» (por el lugar donde fue hallado por
vez primera) y que era fabricado utilizándose fibras de
cáñamo, mezcladas con una pequeña
porción de fibras de ramio. Pero este papel Baquiao era
también un producto residual: residuo de la
fabricación de colchones y prendas de vestir de
cáñamo. El gran salto se dio el año 105,
cuando Cai Lun logra un método para fabricar papel
utilizando corteza de árbol, cáñamo, trapos
y redes de pescar
rotas. Poco tiempo después Zuo Bo perfeccionaría
esta técnica, logrando un papel más fino. Esta
técnica de la fabricación de papel fue llevada a
Vietnam y a Corea y de este último país al Japón.
A mediados del siglo VIII la técnica de la
fabricación de papel fue llevada a Arabia (fábricas
en Bagdad, Damasco y Samarcanda). Los árabes se
dedicarían a la fabricación y exportación de papel hacia Europa. El uso
de papel, por lo económico y práctico,
desplazó a todo otro soporte para la escritura. En el
año 1150 los árabes establecieron fábricas
de papel en España.
Como dice Zhuang Wei en su libro "Cuatro grandes inventos en la
antigüedad china"
(Beijing: Ediciones en lenguas extranjeras, 1980); "El papel y el
método de fabricarlo inventados por China se había
extendido por todo el mundo y numerosos pueblos no sólo lo
usaban sino lo fabricaban. Esto fomentó considerablemente
el desarrollo de
la economía y cultura de los diversos países" (Op.
cit.; p.37).

Y complementando al papel, la aparición de la
imprenta significaría un cambio tecnológico de gran
trascendencia, porque permitía producir libros en
cantidades antes nunca prevista y de esta manera dar un paso muy
grande en la tendencia hacia la democratización de la
lectura, en la medida que más personas podían tener
acceso a los libros. En la Enciclopedia Británica aparece
un dato muy importante al respecto. Se dice que antes de la
invención de la imprenta, el número de libros
manuscritos en Europa podía ser contados por miles. Pero
que en 1500, es decir apenas 50 años después de
inventada la imprenta, ya había más de 9 millones
de libros. Los primeros libros impresos recibieron el nombre de
incunables, de una expresión latina utilizada en 1639 para
describir los inicios de la tipografía.

Cronológicamente se considera que de 1450 a 1500
es el período de los primeros libros impresos, es decir de
los incunables, aunque como señala Steinberg, según
lo consigna José Luis Checa Cremales en su obra "El libro
antiguo" (Madrid: Acento Editorial, 1999), este criterio
cronológico no es muy buen reflejo de la realidad de la
aparición del libro impreso porque «Desde el punto
de vista tipográfico, la primera mitad del siglo XVI forma
parte del período de los incunabula por su riqueza de
tipos diferentes» (Op. cit; p. 10). Según nos lo
señala J.L. Checa, Europa produjo unos veinte millones de
incunables: más del 65% estaban escritos en latín
un 7% en toscano, un 6% en alemán, un 5% en francés
y un 1% en flamenco. Como dice Checa «…el impreso sobre
papel con caracteres móviles llamado incunable es, desde
su nacimiento, lo que es el libro hoy en día:
reproducible, intelectualmente duradero y estéticamente
perfecto». (Op. cit.; p. 11). En la primera etapa de los
libros impresos los incunables (del latín cunabulum=cuna)
imitaban a los códices. Svend Dahl, refiriéndose a
este hecho nos dice: «lograron en grado asombroso trasladar
por completo la apariencia del códice de pergamino
medieval al libro impreso y producir obras que no desmerecen en
belleza junto a los manuscritos iluminados» (Dahl, Svend
"Historia del libro". Madrid: Alianza Editorial S.A., 1999; p.
100).

El libro realmente adquiere su aspecto actual en la
segunda mitad del siglo XVI, "cuando el texto se aligera, las
líneas se alargan y los márgenes se ensanchan"
(Checa, J.L. Op.cit.; p.11). Checa considera al siglo XVI la edad
de oro del libro y puntualiza al siglo XVII como la etapa de la
«legalización del libro». Señala que
dicho siglo fue en toda Europa un período de decadencia de
la imprenta, debido a la grave crisis
editorial por «la falta de papel, la lentitud en la
producción, el aumento de los impuestos, la
falta de personal
cualificado y de recursos en los
editores» (Checa, J.L. Op. cit.; p. 14). Es en esta etapa
que los editores se convierten de humanistas en comerciantes, lo
que permitió remontar la crisis. Surge ya una verdadera
organización empresarial impresora, con
una normatividad muy moderna para las relaciones entre el
escritor, el editor y los poderes civil y eclesiástico.
Surge, es cierto, la censura religiosa, sobre todo muy marcada en
España.(En 1501 el Papa Alejandro VI había
recomendado a todos los países de fe católica
establecer una censura de libros e incluso en 1559 por orden del
Papa Paulo IV se produjo la quema de libros hebreos y en 1581 los
manuscritos de la Divina Comedia fueron quemados en Lisboa. En
1599 el Papa Paulo IV inaugura el Index Librorum
Prohibitorum)

El siglo XVIII constituye la etapa del resurgimiento de
la cultura del libro. La técnica de la impresión
mejora notablemente al lograrse una mayor calidad en la
fundición de los tipos, así como por la calidad de
la tinta. Es también una etapa de gran florecimiento
comercial librero. Veamos el caso de la famosísima
Enciclopedia (Diccionario
razonado de todas las ciencias,
artes y oficios por una sociedad de personas de letras"). Dicha
obra fue un gran negocio de librería. Los libreros
(editores en la denominación actual) André
François Le Breton, Antoine Briasson, Michel David y
Laurent Durand firmaron en 1745 un contrato para la
traducción de la Cyclopaedia de Chambers. Pero como las
traducciones producen menos que las obras originales, decidieron
producir una enciclopedia francesa y para ello escogieron como
directores a Denis Diderot y a Jean Le Rond D’Alembert..
Que la Enciclopedia fue un verdadero negocio, no hay la menor
duda. Leamos lo que Jean-Marie Goulemot y Michel Launay escriben
en su obra "El Siglo de las Luces" (Madrid: Ediciones
Guadarrama;1969): "…Los libreros sabían por otra parte,
que su empresa
había puesto en juego
demasiados intereses económicos y financieros y demasiadas
personas para que el gobierno pudiese
prohibirla o frenarla mucho tiempo: incluso hicieron chantaje y
propagaron su decisión de imprimir la obra en el
extranjero, con lo cual Francia
perdería una cantidad apreciable de «divisas».
Por lo demás, disponían de sólidos puntales
en el andamiaje del Estado…"
(Op. cit.; p. 177). Y Jean Pierre Guicciardi en "La aventura de
la Enciclopedia" nos dice que es muy probable que Voltaire
estuviera en lo cierto cuando afirmó que el negocio dio
durante 25 años dinero
suficiente para que más de 1000 obreros, grabadores e
impresores, vivieran de él. Daniel Roche en "¿Hacen
la revolución los libros? nos refiere que Le Breton, el
socio mayoritario del gran negocio que fue La Enciclopedia,
llegó a tener una enorme fortuna. Al morir deja un
patrimonio de
aproximadamente un millón quinientas mil libras tornesas
(un obrero de París vivía con una libra diaria),
cuando al casarse, en 1741, sólo disponía de 50 000
libras. Roche, escribe: "Comerciando con las ideas, este hombre
(Le Breton) tan precavido como intrépido,
contribuyó a cimentar el poder de los intelectuales
parisinos, puso en un aprieto al Estado y a la Iglesia y
suscitó el odio de los enciclopedistas -léase a
Diderot y a Grimm- y la envidia de su gremio".

Es asimismo la época de los piratas de libros. El
lionés Duplain es una figura legendaria de filibustero
impresor, especializado en libros impresentables, as de las
ediciones piratas que permiten a las imprentas de provincias
competir con las de París.

Partes: 1, 2, 3, 4
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